Leoncio Bueno, poeta del valle Chicama


Hace un año Milagros Carazas escribió una nota sobre nuestro autor, a quien identifica con acierto como “destacado poeta afrodescendiente”, una lectura necesaria. Nuestra mirada nos llevará hablar del poeta obrero y del poeta del valle Chicama que migró a la ciudad. En aquella ocasión comentando su blog le decía que “Es tiempo de hacer un balance de las poéticas del siglo XX. Pertenece a ese grupo de poetas que la ortodoxia canónica ‘olvida’. Leoncio Bueno, Kilku Waraka, Efraín Miranda, Mario Florián, son poetas que tenemos que leer y explicar su quehacer poético. Exactamente por su poesía.”[1] Por entonces, también Dorian Espezúa y Mauro Mamani, alentaban conmigo una propuesta de valorización del poeta Leoncio Bueno, cuyo lanzamiento comenzamos hacer desde este portal, a fin de que el próximo año rindamos un homenaje al poeta del valle Chicama. Este último viernes, el taller de poesía de San Marcos fue motivo de un significativo homenaje al poeta de “wayno del Comas”.

Leoncio Bueno

La biografía del poeta se puede hacer con apego a una biografía rigurosa o a partir de las imágenes que el propio poeta ha esbozado: “A los 9, peoncito en la hacienda Cas Grande/ A los 18, obrero de construcción en la Gran Lima/ A los 21, Sí Juro, soldado de la patria” (1990). En líneas generales el lector de poesía no va encontrar diferencias entre lo que poetiza sobre su vida y lo que puede reconstruir el investigador como la biografía del autor. Así entonces, podemos hacer trazos que indican los momentos más importantes en la vida de Leoncio Bueno. Nace una pequeña estancia del valle Chicama, se trata de la hacienda La Constancia (2 de enero de 1920), desde donde se moverá y vivirá los intensos días en fragor del machete y la pala, en las "encomiendas" y haciendas azucareras. Esto hasta los 19 años. Luego, migrará a la ciudad de Lima, donde realiza diversos trabajos, hasta hacerse de su taller, “artesano de a huevo en el taller el ‘Túngar’” (Ibídem), a finales de los 50 participa en las invasión y fundación de Comas. Estando en Lima, anima y organiza el Grupo Intelectual Primero de de Mayo, el núcleo de poesía proletaria, en la que también participa Víctor Mazzi y con quienes tendrá publicaciones colectivas. Unos años después será apresado por sus ideas políticas y pasará una temporada en ese infierno llamado El Frontón. Trabajará como portero en Diario de Marka, en sus últimos años se trasladará a vivir a Tablada de Lurín. Su “Curriculum mitamae” concluye así “Pasé por muchos ranking, muchos cornas, muchos noc dauns/ y negras planillas patronales/ para saber, a fin, cuánto le cuesta/ a un hombre de bien llegar a viejo/ en los meros subsuelos de este mundo.” (Ibid.)


Proposiciones
Su poesía será siempre un trabajo continuo, lo hace a base del duro jornal para "saborear de veras mi sandía" (1968). Leoncio Bueno aprendió pronto que la poesía es un duro martirio feliz, no se trata de sujeto letrado, en él se combina la cultura popular, oral y tradicional con la cultura letrada que fue estudiando a trancos. De allí que su poesía tiene el signo de la vitalidad, su expresión es el realismo. Su referente será siempre la nota realista de tono popular donde la protesta social se deja traducir a lo largo de toda su obra.

En líneas generales propongo que identifiquemos algunos núcleos de la poesía del "pastor de trueno": en primer lugar su poesía vital, aquella que se centra en la memoria del valle Chicama, donde el yo pasa del tono lírico a la elaboración de una épica vinculada al mundo de las haciendas azucareras; el segundo núcleo lo asocio a las luchas políticas: una suerte de poesía lírica que se contagia de un tono terrenal, por ello épico, en que aparecen diferentes héroes sociales y al mismo tiempo, la imágenes desgarradoras de la cárcel. Una tercera, tiene que ver con la migración y espacio de la ciudad, es la ciudad la que canta, pero la ciudad de los márgenes, lo que aquí en el Perú se llamó barriadas. Una cuarta manera, de acercarnos a la poesía de Leoncio Bueno, es sin duda, la ampliación del espacio no solo territorial sino la memoria que vuelve sobre el tópico del migrante y donde el tono de protesta social es elemento estructurante del poema.

Poeta del valle Chicama

Cuando publica Al pie del yunque (1966) nos encontramos con una estructura poética que admite su apego al terruño como revelación y como constatación de un territorio de su historia y su innegable filiación política. Me interesa detenerme en esta ocasión en su primero registros. Tienen tono testimonial, de allí las referencias directas: es un yo lírico que dialoga con su experiencia individual y que se abre a la experiencia de clase. De esta suerte podríamos considerar que es un tipo de poesía que se asocia al temprano libro obrero La luchas del valle Chicama de Joaquín Díaz Ahumada.

La intensidad poética se alcanza ya no solo por el manejo del lenguaje sino por descubrirnos un espacio de referencia que apenas aparece en la literatura. Ese espacio es el valle Chicama. La poesía entonces, tendrá un tono dual, popular y vivencial. Como expresión vital su poesía tiene que ver con el ambiente familiar y con aquello que es entrañable para el yo lírico, el abuelo –asunto sobre los que volverá en sus últimos poemas- o el buey, los árboles, los espacios por donde transitó:
¡Oh, valle mío!
Valle de luz, de azúcar y maizales,
¡quiero volver a ti en primavera!
escalar tras el rayo tus colinas,
bañarme como un pato en tus lagunas,
ser otra vez un niño en tus corrientes,
buscar uvas de pial y entre tus pomarrosas
bullir alegremente como una abeja frívola
[…]
¿Dónde estarán ahora Panona, Leonchilla, El Zurdo
con quienes madrugaba al toque de campana?


Este tono lírico alcanza hondura épica cuando el territorio se convierte en expresión de protesta y testimonio, aparecen los luchadores sociales:
Juan Crisóstomo Orbegoso
al pie del monte Zorcape
arengaba a la peonada

Lamperos de riñones fragorosos,
espaldas inundadas
por ríos de salmuera.
arrieros de dolor,
aluviones de hambre, de flagelo;
coágulos y labios y rostros de barro y de ceniza
negros por el hollín de la caña quemada
invadieron la plaza retumbando:
¡JORNADA DE OCHO HORAS!
¡JORNADA DE OCHO HORAS!

De esta suerte la poesía de Leoncio Bueno será una poesía que se hace con el machete, que a lampa limpia alcanza la intensidad poética y expresa con lealtad el viejo y renovado sueño de los trabajadores del azúcar, la de una sociedad donde un día todos podamos leer poesía, porque esta vez no retornaremos a nuestras chozas cansado ni faltará el pan en nuestros hogares.

Bibliografía
Bueno, Leoncio. Al pie del yunque. Lima: Grupo Intelectual Primero de Mayo, 1966.
-----. Pastor de truenos. Lima: Grupo Intelectual Primero de Mayo - Ed. Túngar, 1968.
-----. Invasión bueno poderosa. Lima: Ed. Túngar, 1970.
-----. Rebuzno propio o la dicha de los dinamiteros. Lima: Ed. Túngar, 1976.
-----. La guerra de los runas. Lima: Ed. Tungar, 1980.
-----. Los últimos días de la ira. Lima: 1990
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Foto tomada de:
http://programasoloparalocos.blogspot.com/2010_05_01_archive.html


[1] “Leoncio Bueno: Poemas para recordar” (10 de abril de 2009) en El canto del tordo http://vulcanusweb.de/dialogando/poeta-Leoncio-Bueno-Barrantes.htm
© Gonzalo Espino Relucé
Setiembre 2010.

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