Algarrobo



La casa hacienda suele ser mencionada como un referente histórico de la memoria de Tulape-Roma. En estos días ando por Tulape, al encuentro y caza de la poesía de estos lares de La Libertad. Ha comenzado la fiesta de la patrona, la Virgen de la Puerta.
Los que llegan a mi pueblo encontrarán junto a la casa hacienda un algarrobo. Como todos los días lo vemos, nos parece parte de la naturaleza, del paisaje y ya no damos razón de este viejo árbol que tenemos en el pueblo.

¿Por qué hablar del algarrobo?, ¿tiene algún sentido? Sí, claro que sí. El algarrobo ha sido testigo la historia de las luchas sindicales del valle Chicama. Era precisamente para el lado de la atención a los trabajadores donde estos realizaban la formación en la madrugada. Allí los obreros azucareros realizaban habitualmente sus protestas. Desde allí los trabajadores lanzaban sus reclamos a la patronal.

Ha sido testigo de los cambios de nombre de Tulape a Roma. Viejo testigo de las luchas de nuestros abuelos. Inevitable observador de las lluvias y sequías que asolan estas tierras. Callado y buen oyente de las penurias que trajo la estafa a los trabajadores cuando convirtieron sus derechos sociales en acciones. Atento testigo de los nuevos rumbos que el cabildo menor da a la población.

Tiene cerca de 90 años de existencia. Cuando mi padre era pequeño, lo vio crecer y cuando trabajador de la hacienda –era telefonista- lo regaba y cultivaba con entusiasmo. No se sabe exactamente quien lo sembró, imagino que fue uno de los últimos tupales que habitaban todavía estas tierras, que lo trajo y lo sembró al amparo, seguro, del viejo hacendado y filántropo don Víctor Larco Herrera. Y digo esto por curiosamente este solitario algarrobo se vincula con el bosquecito de algarrobos que está al costado del estadio.

El algarrobo no fue testigo de nuestros amores, pero si, de nuestra travesuras pata calata y del yantar de pequeños que corríamos bajo la sombra del algarrobo, como huachitos con hambre –que en realidad no la teníamos- para coger sus vainas y mascarlas como chivos de terrales desérticos. Y luego regresábamos a casa y en nuestros bolsillos socialistas, algunas vainas para compartir.

En fin, nuestro algarrobo se ha convertido en el mundo testigo de casi un siglo y merece nuestra tención. Ahora, como un testimonio de lo que somos.
Gonzalo Espino Relucé
(En Tulape)

1 comentario:

HERMES dijo...

Mi estimado amigo...efectivamente..... pero al recordar ese algarrobo, te cuento que guarda tambien recuerdos de algunos amores vividos en nuestro Tulape-Roma...en lo que a mi toca,de aquella muchachita que un dia fue Reina de Belleza en nuestro Pueblo...y que un dia juramos amarnos y no olvidarnos....al pie de ese algarrobo...y ese ese bosque cercano que fue testigo de nuestros innumerables encuentros!!...para ella, mis recuerdos y mis mejores deseos.... hace algun tiempo la volvi a ver..... el tiempo paso por ella, pero no por su sonrisa, que la mentiene como la recordaba.... si ella lee estas lineas, seguramente sonreira al recordarme...