Atuqpa chupan, la conquista de la letra por los quechuas/ Gonzalo Espino Relucémo tentativa


Hace más de 100 años circuló Pacha hauai  desde el interior del país, desde Tarma, la revista  llegó a tres número, en ella se publicaron relatos de tradición oral y se hizo gala de las posibilidades expresivas de la lengua, en una  tiempo que se dudaba si era posible expresarse en quechua. Era una revista en quechua tarmeño con versión en castellano. Nadie hubiera imaginado que, pasado un siglo, nos encontraríamos con una revista que llega escrita totalmente en runa simi. Seguramente es el kamaq, el sami, la swirti, que traia cada uno de los runas -qari, warmi- que conforman el núcleo de quechua que hace más de dos años viene reflexionando sobre la cultura y sobre la poesía quechua.  Núcleo intergeneracional, de procedencia diversas, con vocaciones académicas, todos ellos hablantes quechuas del Sur. Decidieron sacar una revista, la misma que reflexiona, difunde y crea desde la cultura quechua.

Runas
Atuqpa chupan  es un esfuerzo colectivo. Es un killqata ayllu, es un colectivo de pensante,  un núcleo que ha decidido apropiar de la letra para hablar abiertamente de su propia cultura. La versión que tenemos es desde este lado del mundo. Los runas de Atuqqa chupan circulan entre  la unversidad de San Marcos y la Federico Villarreal,  no solo aprenden el castellano ("Castillanutapas rimasianinñan", diría Arguedas), estan tras el dominio de la cultura del otro, para mirarse desde su lado de su kaypi. Su empeño es colectivo, a Pablo Landeo le toco ser el alcalde vara de esta revista. Poeta y estudiosos de la cultura quechua, su tesis de maestría obtuvo el primer premio por la ANR (Asociación Nacional de Rectores), y claro, fue una tesis defendida en la Universidad de San Marcos. El resto de jóvenes, cada uno tiene sus trazos ya definidos, estudian con behemencia su cultura, la discuten, la revisan de cara a las otras culturas. Desarrollan formas de conocer la literatura. Debaten los textos poéticos o los relatos quechuas.  No sólo la reflexión, también la creación poética. Como colectivo, como qilkata ayllu, creemos en el kamaq que tienen, sospechamos que darán mucho que hablar, que con ellos se tejerá -y en juntura con otros aportes- la razón andina. Se constituye un proyecto que desde ya se mira como irreverente.

Batalla por la letra
La experiencia de escritura quechua no es nueva. Seguramente, el mejor testimonio de esto sea el proceso de la poesía quechua contemporánea. Ocurrió con el primer libro del Kilku Waraka, Taki parwa (1955) y Kusi Paukar (César Guardia Mayorga), Sunquq jarawinin-Umapa jamutaymin-Runap Kutipakuynin  (1961),  ambos poemarios desafiaron a la ciudad letrada desde los bordes y aparecía que no entraban en el monolítico canon dominante.  En pleno siglo XXI el mismo desafío, con la misma irreverencia, con desenfado e intensidad poética lo hace nuestro poeta Ugo Carrillo Cavero, Yaku ukuna yuyaynin / La memoria del agua (2009) y Puyupa-wayrapa-ninapawan-musqukusqanmanta (runapa siminpi quilqakuna) (2010)  que desconcertó al ocioso lector y se intereso por el lector quechua.  José María Arguedas prefirió la publicación de su primer libro quechua como programa bicultural:  Tupac Amaru kamaq taytaychiman (1962), un librito que se escribe en quechua, pero que tienta al lector hispano. En todos ellos hay una devoción y tentación permanente: escribir en quechua. 
Los lectores hipanohablantes seguramente se preguntarán que sentido tiene publicar en quechua en estos tiempos. La pregunta revela una preocupación sobre las posibilidades de lectoría, pero, al  mismo tiempo, exhibe una remanente racista. Esto último porque se estaría pensando, como burda ignorancia, que la lengua ágrafa, por tanto no tiene escritura.  Lo primero revela una preocupación por los circuitos. La letra supone un otro que la devela. La apropiación de esta entonces demanda la exigencia de un otro que pueda leerla. Precisamente, por ello resulta una conquista social.  Si para los 50, periodo en que el castellano aparece como la lengua de prestigio y de dominación como parte del descarado programa colonial de castellanización; podemos decir que para entonces, esta lectoría estaba centrada en la aldea letradas quechua de Cuzco, Ayacucho, Cochabamba y La Paz, Quito.   Tiempos en que se opaca, se escondía el ser quechua, porque no era el inca, sino el indio el que lo hablaba. En los 70 esto habría de revertirse esta situación. Habría empezado algo que se afirma con mayor nitidez a fines del 90 e inicio del siglo XXI el orgullo quechua, que fue acompañado por un programa que significó el incremento los índices de alfabetización y  la cultura como mecanismo de identidad y de afirmación. Lo que explica, en buena cuenta, la existencia de una lectoría que no corresponde al coleccionista sino a los runas, a los propios andinos de nuestros país.De manera que podemos imaginar que a la inversa del aprender la lengua de Castilla, ahora diremos habla, se escribe, desde la lengua de la gente, el runa simi.

Atuqpa chupan

La  definición andina de esta revista no es un asunto emocional. Es, por cierto, afirmación cultural y programa que choca con el sistema actual de comprensión de las culturas y, en particular, la quechua. Ahora son los quechuas los que hablan y escriben, lo que nos conversan de su cultura.  No desde un ego chauvinista,  sino de un ego dialogante. Tal opción convierte a Atuqpa chupan en una revista que se instala como el referente del cultura quechua. Los trabajos así lo revelan. Pasa de discusión idiomática -falseamiento estadístico- tal como propone César Itier ("Kunan Piriwpi qwicha rimay") a la clave de lectura para todos los textos desde categorías andinas. Pablo Landeo  al examinar dos relatos de tradición andina  centra su atención en lógica andina, la del runa ("José María Arguedaspa iskay willakuyninpi runakuna qullusqanmanta ayllukunapa iñiykumantawan"). Edwin Chillcce ("Ayllu chawpihina iskay testimuniykunapi") hace una revisión del testimonio, discute la noción ayllu/ llaqta, examina dos textos: Gregorio Condori Mamani y Nuqanchis runakuna. Yuly Tacas ("Wañuypa musuq kawsayni, Inocencio Mamanipa iskay harawinpi") examina dos poema de Inocencio Mamani, del quien la revista  difunde cuatro poemas.  Como espacio cultural, Atuqpa chupan se ha pensado también en su inserción en esto que llamamos Perú, por ello incluye la traducción de Freddy Roncallla que hace de El río de Javier Heraud: Mayum kani. Y por cierto, no falta lo que sería el encuentro con la cultura viva (Arquides Tacas Chaupiwan, Silvia Falcón), sea como recopilación (Pablo Landeo) o como creación.  Roncalla publica un un hermoso  relato en quechua o  la sencillez nostálgica que encontramos en los poemas de Gloria Cáceres Vargas.

¿Leer?
La publicación de Atuqpa chupan nos revela que estamos en otro momento. Un desafío a la comprensión cultural de la diversidad que vive nuestro país y toda amerindia.  Un programa, un posibilidad de la consistencia quechua, como conquista social y como batalla por la letra. Por ello invocamos al  kamaq  de todas los dioses y huacas cerros para insistir en la vida, sin discriminación y  con igualdad, donde nuestra lagunas no sean secadas para el negocio del agua. Una revista como el kamaq de los runa(kuna) para los runa, para el forastero, para el otro y el mismo, con la misma tecnología que nos descalificaba, la escritura. Celebramos la aparición del primer número. Haylli!


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