Allin allin musqo wata 2014.

He cambiado mi portada. Uno para dar cuenta del señor de Tulape, esa es la imagen del señor de Tulape que vivió en el valle Chicama, moche como yo. La alforja de Chuque ha puesto otro tejido, es contemporáneo, huancaíno para más señales.
A todos nuestros amigos y amigas, aquellos que nos siguen, leen, consultan, le expreso mi agradecimiento.
Para todos un buen años 2014.  Comparto con ustedes la puesta de Hawansuyo, de  Fredy Roncalla:

http://hawansuyo.com/2013/12/31/feliz-mosoq-wata-con-roxana-galindo-los-rondines-del-peru-manuelcha-rado-y-huarfanita-de-aucara/

Allin allin musqo wata 2014.


Seis poemas de Clodomiro Magno Guevara Vargas: “Abelardo Gamarra”, “El cajero”, “El adiós del Cholo Goyo”, “Mi kancha”, y, “Recuerdos tei de dejar”


Poemas (2012) es una de los rescates más importantes realizado el 2012 por iniciativa del Municipio de Huamachuco, La Libertad. Invito a buscar información sobre la data poética: necesitamos identificar qué año se iniciaron y/o terminaron de escribir cada uno de los cuadernos, o si se publicó, me refiero a Estampas huamachuquinas, Rayancimbas y Arias Jalkinas. Los dos  autores Galarreta o Bazán no dan indicios sobre el tema. Dicha información resultará interesante para leer los poemarios de Clomaggue en su contexto y cómo, desde la provincia, se fueron gestando otras poéticas, al tiempo de advertir su vigencia. Mientras tanto, para ir cerrando el año, como ha indica do Luis Flores Prado, “Ah! el viejo Clomague, "El Urpo de Candopata", poeta de enjundia, de palabra arisca, cincelada.” (26.12.13, facebook), aquí van seis poemas de Clodomiro Magno Guevara Vargas: “Abelardo Gamarra”, “El cajero”, “El adiós del Cholo Goyo”, “Mi kancha”, y, “Recuerdos tei de dejar”. Abajo apuntes de lectura.

ABELARDO GAMARRA

1.      De Wamachuko el sol cuajó tu vida!
Sus auroras radiaron tus pupilas,
nimbando tu cabeza pensativa
con un raro fulgor de sueños lilas.

5.    Con la nítida albura del "Waylillas"
plasmas tu corazón, y en su atrevida
roca, de azul marina tez, afilas
tu peñola de sátira encendida.

Sangre de amauta en tus arterias late,
10.   la ática chispa y la mordaz sentencia
son tus armas sonoras de combate.

El oro no corrompe tu conciencia!
Heroicamente vives, y en la Historia
te yergues como un símbolo de gloria!



EL CAJERO

1.        Resoplando en el gajo melodioso
de saúco, que su mano ha modelado,
waitanea con ritmo cadencioso
el tambor de pellejo bien templado.

5.      Quien corno él cuando Octubre ha despertado
o Agosto, con sus días de alborozo.
No hay un músico, entonces más mimado
que el cajero montes y bullicioso.

Del gran Santo de Asís en los altares,
10.   ¡es de verle!, chambergo a medio lado,
golpe y golpe a la "caja" en un rincón.

Mientras mozos y mozas populares,
van danzando con mucho desenfado,
embriagados de inkásica emoción.



EL ADIOS DEL CHOLO GOYO

            1.     Hoy la viejita Miquela
con el canto e' las pichushas
ha llegado a Wamachuko desde Kúngush
con la Marga y su kaíshita panza verde
5.     a soltar al cholo Goyo
que otra vez se ha socorrido pa' Cartavio.

Y el buen sol, al apearse de los techos,
las encuentra shunduradas
en las mismas "Cincosesquinas"
10.  con los copos, hebras, hebras,
con los husos, baila y baila,
y el kaishita, tira y tira de las tetas de la Marga.

Los ojos no ha pegao el cholo Goyo.
La noche, redondita lo ha pasao
15.   poto y poto en la vikuña
arrancándose del alma
los shurgomos de amargura que desángranle
al dejar a su viejita
y a su pobre latangosa
                20.   que, "juiciosa" la sacó
de los pies de sus taytitos...

Tañe un claxon...
Y de un hosco tendejón con tufo a concho,
sale el Goyo de bufanda y overol,
25.  hebetado por la chicha y la vigilia, kengueando de lo lindo
y acedando todo el barrio con la voz de su "rondín"...

Y abrazando a las indias dolorosas
que se quedan
con el alma shilposa de congojas –
30.   como tiene shilposo el pollerón –
atrevido el cholo goyo trepa al carro
que, fletado de peones,
bullanguero, arranca y parte
hasta perderse
35.   por la cuesta "Los Esclavos"...

–Pobre Goyo! Se va otra vez dejando
a su vieja, a su Marga y a su wawa,
por romperse los forros de puro hombre
en el "corte" y el "carguío".

40.   –Si el taytito me da vida,
pa' la fiesta estoy de güelta...
Así ha dicho al despedirse
con los ojos aguanosos de dolor.
¡Quién sabe sí su "almita" solamente,
45.   el otro año volverá a juntar sus rastros...!

Mientras tanto ña Miquela,
con su tez de papa añeja,
y la china Margarita
como chaucha acabadita de sacar,
50.  con los copos, hebras y hebras,
con los usos, baila y baila,
y los ojos enclavados en la blanca carretera,
rodar dejan el azogue de su llanto
y enderezan a la jalka,
                55.   al chozón chiqueríl que se las traga
cuando el canto menudea de los pirgush...




MI KANCHA

1.        Kancha, kancha, kancha dulce,
pan inkario, pan silvestre,
recia trama del kushal.

Sinfonía dental de los arrieros,
5.     de los pongos y zagales,
de los chaskis y fayneros.

Kancha, kancha, kancha dulce,
campanada preventiva
de los rústicos yantares.

10.  Tú alborozas el hogar de los sufridos
con tus risas estallantes,
con tus músicas parleras,
con tus brincos alocados
en los tiestos de ollas rotas
15.  bajo el ósculo del fuego lenguaraz.

Kancha, kancha, kancha dulce,
prima hermana
de la coca ensoñadora,
compañera de los ponchos
20.  y bolsikos trajinantes.
Vigorón de los tendones
que se mellan y se gastan removiendo el cascajal.

¡Oh! kanchita serraniega,
dulce cumpa
25.  de mis días de escolar.

Hoy que voy por el mundo
y a pie cruzo
las tebaidas imposibles de la vida,
hoy que llevóte en mis dientes hecha polvo
30.  y hecha tuétano en mis huesos:
yo te evoco y poetizo,
porque son tus rosetones
las pastillas más sabrosas
descubiertas por la Raza
35.  contra el hambre de los pobres.

Kancha, kancha, kancha dulce,
matayunos andinenses,
¡mi kancha!



RECUERDOS TEI DE DEJAR

1.        El Julián, tanto irse al daño,
sin escoger ahijadero,
se la ha empreñao a la Agucha,
a la china chusgonera
5      tes de ciruela madura,
pupilas alas de cuervo
y boca en reventazón
como las ñuñas al fuego.

A la china chusgonera, más gallarda
10.   que una impúber cañawayta,
movediza como flor de cortadera,
fresca como la yerba del alba
y dulce como el rubio corazón de los purpuras...

La china no tiene gusto
15.   al verse de anchas caderas
y con el vientre abombado
como su vaca "jovera".

Y el cholo al sentirse padre,
carga su poncho y su alforja
20.   y valle adentro se avienta...'

"Así sería mi suerte",
se lamenta la Agustina
sintiendo aún la cueriza
que le atizara su tayta
25.   pa' castigar la lisura.

Y ¡ah! congoja de congojas
la noche de sus "dolores",
cuando, clarito le vino
como un moscón al recuerdo,
30.   la voz del cholo Julián,
tal como un día le oyera,
bajo el, sol de los venados,
cantando por la ladera:
"Recuerdos tei de dejar:
35.   boquita para besar, pañales para lavar
rabito para limpiar.. ."


Tomado de Poemas de Clodomiro Magno Guevara Vargas. Huamachuco: Municipalidad Provincial de Sánchez Carrión, 2012. [Clomaggue. Incluye: Estampas huamachuquinas, Rayancimbas y Arias Jalkinas. Colección Personajes Ilustres de nuestra provincia, 2]


Apuntes:
1. Como ya dijimos se trata de una poesía vernácula, es decir, poesía popular, una de las expresiones más importante de la poéticas regionales. En el sentido estricto hay la presencia de un castellano andino, con presencia notable del culle  que hacen sus gestos albergue otros sentidos.

2. En general se advierte un tono eufórico. No triste. Los poemas alcanzan contornos de repositorios de la memoria, en la que una suerte de yo poético –que no quiere ser épico- expresa solidaridades y sentimientos desde un locus privilegiado: la experiencia de quien anduvo por los valles y estuvo vinculado a los incidente políticos de la región, pero a su vez quiere dejar la huella de los que son los huamachucos. Pero  su palabra, bronca a veces, apegada a la palabra que andina, localiza su centro de atención en la vida cotidiana y las contingencias que ocurren en ese mundo. Si el cajero celebra y se convierte en protagonista, en el último poema, tanto “el Julián” como la “Agucha” los junta y separa la lisura y sugiere, que el varón, va tras por parajes del valle en pos de trabajo.

3. En estos poemas, encontramos una actitud cívica. La reposición de los héroes locales y que forman parte de una tradición provinciana. Luego aparecen poemas que tienen características costumbristas, “estampas wamachuquinas” las llama Guevara Vargas.

4. Hay un poema que llama la atención y que muestra los descuidos de la crítica. Desde la historia se habla de los enclaves y uno de sus mecanismo de captura de mano de obra barata, el enganche,  pero no habíamos tenido acceso a las percepciones de los bolsones campesino e indígenas, así el poema “El adiós del cholo Goyo”.




Mi kancha de Clomaggue (Clodomiro Magno Guevara Vargas)


           1      Kancha, kancha, kancha dulce,
pan inkario, pan silvestre,
recia trama de kushal.

Sinfonía dental de los arrieros,
5.     de los pongos y zagales,
de los chaskis y fayneros.

Kancha, kancha, kancha dulce,
campanada preventiva
de los rústicos yantares…

10.   Tú alborozas el hogar de los sufridos
con tus risas estallantes,
con tus músicas parleras
con tus brincos alocados
en los tiestos de ollas rotas
15.   bajo el ósculo del fuego lenguaraz.

Kancha, kancha, kancha dulce,
prima hermana
de la coca ensoñadora,
compañera de los ponchos
20.   y bolsikos trajinantes.
Vigorón de los tendones
que se mellan y se gastan
removiendo el cascajal.

¡Oh! kanchita serraniega,
25.   dulce cumpa
de mis días escolares.

Hoy que voy por el mundo
y a pie cruzo
las tebaidas imposibles de la vida,
30.   hoy que llévote imposibles de la vida,
hoy que llévote en mis dientes hecha polvo
y hecha tuétano en mis huesos:
yo te evoco y poetizo,
por que son tus rosetones
35.   las pastillas más sabrosas
descubiertas por la Raza
contra el hambre de los pobres.

Kancha, kancha, kancha dulce
matayunos andinenses,
40.  ¡mi kancha!

Tomado de Poemas de Clodomiro Magno Guevara Vargas. Huamachuco: Municipalidad Provincial de Sánchez Carrión, 2012. [Clomaggue. Incluye: Estampas huamachuquinas, Rayancimbas y Arias Jalkinas. Colección Personajes Ilustres de nuestra provincia, 2], pp.83-84



Poéticas de La Libertad: La poesía vernácula de Clomague por Gonzalo Espino Relucé


Clomaggue, Clodomiro Magno Guevara Vargas (1898-1951) cuyos escritos poéticos se han reunido en Poemas (2012) es un poeta cuyo carné vital es escaso. Impactado por los sucesos del 30, se incorpora como militante del Apra y llega a la hacienda Cartavio, donde dirige una hoja proletaria.  Luego será encarcelado y retorna a su tierra. Sus versos corresponden a un triple aprendizaje: (1) viene de su formación escolar, la de verso castizo y la de autores que se leían en los manuales de enseñanza; (2) la fuerte prestancia de un verso andino, en el que la  herencia hispana se mezcla con el son andino y forman parte de aura popular, en especial del triste y la copla carnaval; y, (3) del santurrón santiaguino, es decir, de la poesía de César Vallejo, que se observa tensado en los versos de cualquiera de estos poetas.  De allí sus poemas o sus composiciones poéticas, no hacen sino recordarnos formas descriptivas que sobrepasan elementos de la competencias de carnavales; por lo que, no creo que allí estén su logros, precisamente, porque no muestra una regularidad sistemática, que es diferente a los la forma como utiliza el lenguaje.

Poesía vernácula
Poemas, libro de Clomaggue trae tres cuadernos: Estampas huamachuquinas, Rayancimbas y Arias Jalkinas. El primero, Estampas huamachuquinas, domina el soneto y en todo el poemario ha elegido referirse al espacio y sus costumbres. Rayancimbas da la sensación de ser menos formal y aparece la impronta vallejiana. La muerte, la juventud, la vida, están presente. En Arias Jalkinas vuelve sobre sus mejores formas, me refiero a los de tono de costumbre.
Poemas (2012) se unen a través de un grupo de temáticas que aluden a espacio local: una de ellas tiene que ver con una poesía de tono cívico en que localizaremos poemas a los héroes no solo patrios sino culturales, Huamachuco mismo se convierte en referente al igual que la iglesia.  La otra anota básicamente aspectos identitarios de Huamachuco: el tono de estos poemas se asocian a un fuerte componente lexical andino: el culle, es decir, la terminología que utiliza será y corresponde al culle y su tono generalmente es eufórico y casi siempre celebratorio: la fiesta, los personajes populares, los árboles, los espacios, las comunidades, relaciones, etc. etc. caracteriza su poesía; y una tercera, de tono intimista que se asociación al poeta y que la voz poética prefiere representar (la madre la ausencia,  no siempre textos logrados).
Poemas (2012) recoge poemas escritos de diversos momentos, aunque en ella se expresa los temas y formas que le eran familiares a Clomaggue, poesía cívica, lugares tradicionales y situaciones vernáculas. Poesía desde los márgenes, poesía hecha desde el aprendizaje escolar, sabe de la forma, del verso es hispano acompasado y sonoro. Este primer libro hallamos, un sentido cívico, que va acompañado por inclusión de héroes (José Faustino Sánchez Carrión, Nicolás Rebaza, Abelardo Gamarra,  Mayor Santiago Zavala, Florencia de Mora,  Lino Paredes), espacios  (San Nicolás, Campanario) y referente típico del Huamachuco (Domingo de Flor, Primero de Mayo, Quinteto Fiestero, etc.), una suerte de fotografía en verso de lo que eran las tradicionales costumbrista en Huamachuco: apus o cerros importantes (Tukupina, Pakchín, Kakañan,etc.), quebradas, cerros, especie de mapeo
En su propuesta, encontramos poemas que describen la vida campesina del norte. El yo poético aparece como externo al locus de enunciación, su mirada es exteriorista, no habla desde, sino desde lo que ve y piensa como ideología. Así en "Campesina" (54-55) se alude a un pasado distante, incásico y a su situación actual:  “Mama Okllo, mansa y triste, / rojo cando de la estancia" (54), más adelante: "Campesina resignada del inkásico mitayo, / que de sol a sol se pasa arrojando la simiente/ en el hondo surco abierto con su arado de kinual,/ desyerbando sus trigales,/aporcando sus shakukas, / kutipando su maizal", le asigna roles tradicionales a la mujer y  concluye con  "Tú conservas en tu entraña la semilla/ del Perú que en el mañana formidable se alzará." (54) Ni beligerante, ni tono descontento, simplemente el retrato. Luego, en "Cholita pueblerina" se hará el homenaje a la mujer huamachuquina. Entre los poemas que destaco de este libro serían: “José Faustino Sánchez Carrión”, “Campanario” y “Cajero”

Si hay algo que caracteriza la poesía de Clomaggue es exactamente la inclusión de un léxico local que se suelda al poema, esto aparece como un sistema de resistencia que anuncia la necesidad de volver sobre la cultura, de los huamachucos, de la lengua que se perdió en el siglo XIX. Si en efecto, los campesinos hablan castellano, en su lengua hay una estructura andina. Tiene un fuerte componente popular y compromete la lengua culle, rastro de esta lengua. Al mismo tiempo hay formas poéticas que denuncian la situación social. Destaca su poesía costumbrista, es decir, una poesía que acusa la cotidianidad huamachuquina. En ello se ve como el poeta hace que la palabra estampe el motivo, el juego rápido, la imagen sutil, a veces desprovista de toda forma, etc. 

Referencias:
Guevara Vargas, Clodomiro Magno. Poemas. Huamachuco: Municipalidad Provincial de Sánchez Carrión, 2012. [Clomaggue. Incluye: Estampas huamachuquinas, Rayancimbas y Arias Jalkinas. Colección Personajes Ilustres de nuestra provincia, 2].

Bazán Vera, Blasco. "Clodomiro Guevara Vargas" en Centro de Investigaciones Literaria de la UNT <http://escritoresporlalibertad.blogspot.com/2007/05/clodomiro-guevara-vargas.html>



Vigencia poética de Huamachuco. Crónica de viaje Gonzalo Espino

Crónicas de viaje: Vigencia poética de Huamachuco

En agosto de este año anduve por Trujillo,  Huamachuco, Guadalupe en busca de el alma de la poesía de La Libertad. No pude llegar a Santiago. Es un viaje que debo hacer pronto.


Sorprendidos. Camino a Huamachuco, el tiempo se nos va en trasladarnos,  la carretera la están asfaltando, ya sé no tiene nada que ver con la poesía. Los camiones de las mineras pasan en caravana. Llegamos ya tarde. Los jóvenes que nos aguardan para la primera entrevista están algo aburridos. Confirmo, unos minutos más y estoy con ellos, algo asorochado me voy al encuentro, el poeta Luis Flores Pardo me acompaña, ha venido a recogerme. En su casa se realizan las dos primeras entrevistas.  Luis Flores, narrador de ensueño, que sabe ponerle poesía a la prosa, es uno de los animadores de la cultura en Huamachuco.
En Huamachuco, desde 2005, hay una renovada actividad literaria, se publica una revista y la asociación de escritores, la Ciro Alegría, ha lanzado catorce volúmenes y ha coincidido en varias ocasiones con la gestión del gobierno local, iniciativa que ha permitido la reedición de algunos clásicos huamachuquinos. La realización de la muestra de pintura,  teatro, concurso de danza y el encuentro Baquerizo realizada el 2010.
La reflexión sobre el quehacer cultural de Huamachuco aparentemente es inexistente, pero si uno indaga un poco nos encontramos  con un estudio serio de la poesía que llegó hasta 1982, me refirió a Los poetas de Huamachuco de Julio Galarreta Gonzáles.[1] Con seguridad uno de los trabajos más serios pues repone para lo que aquí llamo literatura regional a poetas como El Tunante, Abelardo Gamarra en los rasgos más característicos de su poesía. 
De hecho es difícil, como lo expresé en otra ocasión, laborioso crecer bajo la sombra de dos de nuestros clásicos: Ciro Alegría y César Vallejo. Es decir, dificultoso hacer poesía, hacer narrativa, si no se pasa por los grilletes, la trampa de la imitación y silenciamiento o la comparación inevitable con ambos escritores universales. Aun así, la poesía y la narrativa no se detuvo, hizo todos sus intentos, hasta configurar lo que hoy propiamente llamamos vigencia de las poéticas de Huamachuco, asunto que lo observo con igual efusión en el Movimiento Capulí, Vallejo y su tierra que tiene como escenario ritual Santiago de Chuco o Namul en Guadalupe y que se han constituido en polo de desarrollo literario cultural de La Libertad.
La sombra de nuestros dos clásicos ha sido extremadamente intensa que pocas veces ha dejado ver algunos nombres. Tal vez dos de ellos llaman la atención por su apego tradicional, me refiero al autor de Kero de Néstor A. Gastañadui y  al narrador, que aparece ahora vinculado a lo que ocurre con la movida literaria alrededor de la Asociación Ciro Alegría que promueve Flores.
Sin apego a la tradición, desconectados
La primera impresión es que se trata de un grupo de jóvenes poetas que están en plena búsqueda. Creen en la poesía, en la literatura. Converso con Iván, con Luis Alfredo Vílchez y con Anngie Tatiana Coronel Tirado, los tres coinciden en que la literatura es exigente.  Si Iván y Luis Alfredo están abocado a la narrativa, desconectada con la realidad, la prefieren imaginar más allá de lo cotidiano, Anyi trasunta una poesía más reflexiva, como se apreciará en sus escritos que aquí publico.  Sus lecturas no son necesariamente contemporáneas, son más bien lecturas de iconos que circulan en ámbito nacional y latinoamericano. Cuando indagamos sobre la imagen literaria de la zona,  sus respuestas resuman algo decepción: la gente no lee, la gente no está acostumbrada a la literatura. Y al mismo tiempo, reconocen a Ciro Alegría y a César Vallejo como iconos fundamentales, y cuando rastreamos un poco más atrás, tratando de ver hasta qué punto, Abelardo Gamarra se incluye en la imagen de la tradición literaria huamachuquina, aparece como un referente histórico, aunque no leído. Iván circula en internet, sus cuentos se lee en fanfarria.com, pronto debe salir una revista en la que publicarán sus trabajos, hace un par de años publicaron una plaqueta para llevar al Capulí de ese año.

Proceso y reconocimiento
Más tarde conversamos con el poeta Edwin Coronel Peña (Bambamarca, Bolívar, 1983), su primeros poemas lo publica en Illari ch’aska,  revista que se publica el 2002. La conversación discurre con tranquilidad, sin apuros. Uno ya ha se ha desacostumbrado a percibir ese hálito poeta que se diferencia del ciudadano común. Y es que el poeta se distingue en su modo de hablar sencillo, pausado. Parece que la palabra se mide en cada secuencia de nuestra conversa, parece como si la palabra se eligiera para que el poema sea perfecto.  Reflexiona sobre su propia poesía, la considera laboriosa, una responsabilidad tremenda, y hay que dejarla que madure.  Respecto a la publicación, enfrenta también las contingencias y vía crucis que los escritores viven en todo el país. Es decir, a la espera de un auspicio o solventar con su magro sueldo su proyecto poético.  Me recuerda la importancia de algunos poetas de la zona, entre ello me pone un nombre que destaca al “poeta campesino”,  Jorge Baltazar que en los 60 inició sus publicaciones; entre otros destaca a los poetas Clodomiro Guevara y Néstor  Gastañadui, Richard Vargas y Luis Flores.
Sus lecturas revelan el encuentro con la palabra poética de Blanca Varela, Enrique Lihn, Jorge E. Eienson,   Pizarni.  Me detengo un detalle, le pregunto que leen en la escuela. Me responde que hay pocos esfuerzo de lectura, los libros no llegan a los centros escolares, los profesores prefieren leer o resúmenes o libros de autoayuda. Indago. Entonces, caigo en la cuenta que se trata también de un profesor de Comunicación que trabaja en la zona donde tiene lugar los principales referentes de la narrativa de Ciro Alegría. Pero ni Los perros hambrientos ni La serpiente de oro hay  en esos lares. Ni que decir de El mundo es ancho y ajeno.  Si llegan, aparecen como libro resumido y muchos de los maestros ahora utilizan textos simplones, de autoayuda.  El poeta decidió sacar fotocopia y encuadernar para sus alumnos de cuarto y quinto puedan leer las novelas de Ciro Alegría. Aún más, como parte de los logros educativos, presentó este año una recopilación de relatos orales que fuera trabajada con ancianos, as, del lugar y presentado como un feliz reencuentro con su propia cultura.  Como poeta me habla de su continuo desapego a publicar, los riegos, el cuidado que hay que tener con las mismas. Ha publicado algunos poemas.
Cierto resulta ambiguo hablar de literatura regional porque cuando un escritor se desprende de su localismos deja de ser regional. Parece ser el axioma. Discutimos sobre esto.  Lucho me adelanta que me voy a encontrar con dos poetas más. Me encuentro con Richar  y Paul.
Me sorprende con la poesía Richar Vargas Olivares.  Su actividades básica no está vinculada con la materia de la humanidades, no, se dedica a la construcción. Pero su poesía es una de las construcciones más finas que hemos leído en los últimos tiempos. Su poesía, tiene vuelo, es de primera. Nos ha leído dos poemas de su libro El reverso de nuestros infiernos. Su inicios literarios se remontan a la Asociación de Escritores de Huamachuco y a la tertulia literaria que comparte con Luis Flores,  su tentativa poética tiene mucho de seriedad, es un trabajo abocado a la disciplina, corrige, revisa, vuelve a revisa, hasta encontrar la palabra exacta que exprese el sentimiento del poeta o el sentido y sentimiento que desea trasmitir el poeta.  Igual, nos queda la sensación descontento, la gente no lee, el gobierno no invierte en cultura. La gente lee poco.
Ocurre lo mismo con Paul Orlando Vera que no es sino el mismo Paul Quispe nombre que se le conoce en el ambiente literario de Huancayo, Trujillo y Piura.  Su proyecto de escritura va en serio, fue uno de los impulsores de la movida de Huamachuco, con Granizo lunar –compartida con Lucho Flores-, época en la que también desarrollaron varios concursos de cuento, de poesía y declamación con los auspicio de la municipalidad local. Su trajinar por Trujillo tiene una estela del promotor cultura, del que se lanzan con iniciativa creativa; publicó su Antología del cuento Humachuquino (2009). Su propio trabajo se incluye en el horizonte de un proceso, pero también nos recuerda la sombra de Ciro Alegría y César Vallejo que opaca a los escritores de la zona, estima que con Gastañaduí se rompe sobre todo con su poemario Kero.

Con Luis Flores Prado
Ha dirigido la revista Nube… y ha publicado su libro de cuento El duende verde, donde el cuento moderno modula al relato de tradición oral, un libro que cautiva desde la primera página. La conversación desarrolla con la calma de un hacedor de la cultura, de quien asumió hace tiempo que desde su este lugar, desde el interior del país se puede gestar una cultura pujante. Luego de su tránsito por el Pedagógico y la experiencia del Círculo Vanguardista César Vallejo, en medio de un contexto que hizo vivir al filo de la navaja (Me refiero a la guerra interna que afectó a todo el país, Huamachuco no era la excepción), tuvo que salir de la Tierra de El Tunante. Tuvo un larga estancia en Lima, allí lee sus primeros cuentos, en la entonces ANEA; entre el Patio Letras de San Marcos y La Cantuta, gana experiencia, esta le permite “trabajar la palabra, la belleza”.  De la anterior de la experiencia continuaran Ronald Díaz Escalante  y el narrador Guillermo Padilla. La literatura tendrá esa fuerte carga de identidad.  La experiencia de Lima le permite observar los procesos que se viven, la literatura que se está produciendo, nuevas lecturas, nuevas autores.  Trae una visión más abierta, esta permite articular un grupo mayor a la experiencia del círculo, 1998 será la organización de Asociación de Escritores y Artistas en Sánchez Carrión (ASESAR-SC), ese año también aparece la revista Granizo de arena. Se trata de un núcleo que se manifiesta en contra de todo aquello que signifique atentado contra la cultura, una suerte de recuperación de lo que había ocurrido en la experiencia de Ímpetu, en los años 50-60. Luis Flores, reflexiona,  “¿Hay una política cultura? No, pero el gobierno local, apoya, le pone atención; una atención especial por la cultura”, aunque esto no sea todavía como un evento que falta consistencia.
Pero, vuelvo sobre la pregunta. Entonces: “Huamachuco hace tiempo ha dejado de vivir a la sombra de aquellos iconos culturales, y eso ha permitido que aquí se siga creando y no es esa avasalladora imagen que  se venía imponiendo.” Su optimismo revela lo que está ocurriendo. No es un incidente, expresa el estado de ánimo de los escritores de Huamachuco.  Si se reconoce una marca enorme, la presencia de Ciro Alegría y César Vallejo, y si a ella se agrega la de El Tunante, Abelardo Gamarra, pareciera difícil afrontarlos.  Y si a ello se suma, en la tradición inmediata, me refiero, a la generación que los 70, pero que vienen de los 50, la publicación e Kero, de Néstor Gastañaduí y Puma habano,  de Clodomiro.
El esfuerzo se muestra en los 14 volúmenes publicados por la Asociación Ciro Alegría y lo que la Municipalidad provincial de Huamachuco ha consignado para la cultura. Esto como un logro en los últimos años. Un presupuesto que ha comprometido 120, 000 nuevos soles para invertir en promoción cultural, entre ellos promoción cultural, biblioteca, danza, pintura, y literatura.  Este presupuesto, me dice,  “Es una exigencia, no un compromiso político”. Un logro, aun cuando la inversión sea absolutamente modesta: actualmente se destina 15 000 soles para  la publicación libro. Esto evidentemente.
Luis Flores Prado, piensa un momento. Y como si volviera a dibujar un instante lo que ocurre con la literatura, se detiene y me dice: “hay que contrastar lo que ocurre en Huamachuco. Si bien es  positivo y es una de las entidades ediles que invierte en cultura, contrasta, aún falta incursionar y convertirla en política cultural. Y dentro de esto, pensar,  en lo que ocurre con otro lados, por ejemplo, lo que hacen los escritores en Trujillo”,  “plan lector” y por eso, ha pensado “trabajar un antología que no solo sea pensada en termino de difusión y sino también en términos didácticos para Huamachuco”. Finaliza, diciéndonos que hay que “pulirnos más”,  para lanzarnos, para que “salgamos colectivamente”, y que “hay que enfrentar la difusión del libro, de publicarte, de ser parte de las imágenes cotidianas de Huamachuco, como la contradanza, como las actividades cotidiana”. Mientras tanto, nos queda la certeza de algo nuevo está ocurriendo, algo nuevo.




[1] Armando Arteaga, “Julio Galarreta González y la literatura de Huamachuco en Tierra Ígnea (25 octubre 2009) <http://terraignea.blogspot.com/2009/10/julio-galarreta-gonzalez-y-la.html>

Gamaliel Churata: El ahayu como poética de Mauro Mamani por Gonzalo Espino Relucé



Mauro Mamani Macedo (MMM) nos sorprende con su último trabajo: Ahayu-watan, Suma poética de Gamaliel Churata (Pakarina Ediciones, UNMSM 2013) y repone para los lectores y para el comunidad académica la dispersa poesía del autor de El Pez de Oro (1957). Celebramos su publicación pues pone en circulación lo que la academia literaria y cultural produce, en este caso lo que Universidad Nacional Mayor de San Marcos promueve, el saber y el talento creador de los hombres de las humanidades. El motivo que convoca esta publicación es la figura de uno de nuestros héroes culturales, Gamaliel Churata. Este libro nos invita a escribir sobre dos ramales: la investigación (lo qué dice el crítico) y la producción poética compilada (de qué hablan los poemas). Siendo así, voy a moverme en ambos territorios.
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Empezaré afirmando que MMM desde su tesis doctoral se convirtió en uno de los intelectuales más preciados de la crítica local y latinoamericana.  No es gratuito el elogio, es fruto exactamente de su perseverancia, disciplina,  estudio, inteligencia  y de un original apego a lo andino. Hace dos años lo identifiqué como uno de nuestros más destacados intelectuales indígenas.  Desde sus trabajos sobre Manuel Scorza, en especial su investigación sobre Redoble por Rancas donde debate los limites de los géneros literarios y sus fronteras; luego, despliega sus indagaciones sobre la producción escrita de Gamaliel Churata, libro que circula como Quechumara. Proyecto estético-ideológico de Gamaliel Churata (2012), texto que rápidamente se agotó en librería. Dentro de este tránsito del crítico se encuentra su ensayo sobre la poesía de José María Arguedas que ganó un premio Internacional en el 2010. Desde entonces ha continuado dando muestras de un importante nicho de estudios que coinciden con una epistemología del Sur, o como quiere Carlos García Bedoya con una propuesta desde la periferia para el estudios de la cultura y la literatura, y, al mismo tiempo con el  conocimiento de la literatura de Puno, Arequipa, Cuzco como formulaciones que fueron dando contornos a lo que hoy llamamos indigenismo de vanguardia. A ello agregaremos que participa de las reflexiones sobre un tema emergente como el de poéticas regionales en los estudios literarios peruanos y latinoamericanos, tema que lo ocupa en estos tiempos.
Comprometido con la obra de uno clásicos, Gamaliel Churata, en los años en que estaba escribiendo su tesis doctoral el tema de la poesía churatiana  ya se estaba en ciernes y esperaba el momento más oportuno para su divulgación, por eso, la publicación Ahayu-watan, Suma poética de Gamaliel Churata resulta una valiosísima entrega.  Fue formalmente un segmento de su tesis doctoral, la que aparece tiene la notable diferencia de ser una escritura que precisa y abre la discusión sobre varios de los tópicos que en aquella ocasión quedaron sugeridos.  Ahayu watan está organizado en dos partes: en el estudio de la poesía, “El proceso poético de Gamaliel Churata”; y,  los poemas hallados en su investigación, “Suma poética”.
2.
El proceso poético de Gamaliel Churata  puntualiza las formas y el decir poético del arequipeño de Puno, propone el “corpus poético del autor”, ya que “La poesía de Gamaliel Churata no ha sido estudiada.” Establece los diversas fuentes de donde provienen los trabajos, calcula más de 150 poemas en su estudio, distingue entre la poesía anunciada y la poesía publicada, y por cierto, la poesía a la que ha tenido acceso, por eso establece, en términos metodológicos: “nos ocupa [la poesía que] se encuentra dispersa, en periódicos, revistas, antologías y en su libro El Pez de Oro”. Establece tres momentos: la modernista, la vanguardista y la andina. 
La primera se ve impactada por el influjo poético del modernismo, del que admite la sonoridad y el manejo del verso extenso, que es concatenado al verso alejandrino. Este aprendizaje es clave para entender lo que ocurrirá con el armazón poético churatiano.  Cuando MMM trabaja la poesía del indigenismo vanguardista de la poesía de Churata se detiene en la polémica que sostiene con César Vallejo (“Contra el secreto profesional. A propósito de Pablo Abril de Vivero” y Gamaliel Churata (“Septenario”). El crítico se detiene en las manifestaciones  que aparecen registradas en el debate pero no vuelve necesariamente sobre las prácticas poéticas de ambos. Asunto que se asocia a la escritura, que según Mamani, supone para Churata,  “la búsqueda de  una expresión indoamericana lo que lleva a auspiciar, defender y aplicar la propuesta de Francisco Chuqiwanka”. Además, examinará la impronta vanguardista.  Finalmente, encuentra que en el caso de la poesía andina,  el sujeto de enunciación no aparece ajeno, sino investido y viviendo la cultura andina, esto hace que desde el ser de la cultura suministre formas tradicionales que se actualizan, aunque hay que advertir que estos poemas aparecen en las líneas de El pez de oro (por cierto, llama la atención la estela de lo “inkásico”).  Churata cuestionará la imagen del indio triste, celebra la alegría, MMM apunta la radicalidad churatiana, desestructura todo aquello que inhibía al indio.  No se trataría ya de “‘interpretar’ al indio, buscan(r) expresarlo” sino “surgencia estética”. Entendida esta como  como desborde de la simple individualidad (“contener e g o”) para ser portadora de una sensibilidad trascendente  como expresión colectiva,  lo que equivale al “alma humana”, ya en El Pez de Oro, que “se establecerá [como] ley por la cual todo injerto de la ahayu (alma colectiva) supone, en periodo el ciclo, la expulsión de los factores que determinaron su inhibición.”  El ahayu concentra toda su producción, los hilos tejidos de sentidos y evocaciones, entre el pasado y el tiempo actual, y por ello, con rasgos que nos lleva a pensar en el mito, o, como el propio MMM ha precisado, el proyecto estético como proyecto social. La poética churatiana será entonces un manto tejido con los hilos del ahayu.
3.
En la segunda parte, Suma poética, se le toda la poesía churatiana. La opción de esta investigación es el orden cronológico y no necesariamente distingue momentos.  Extrañamos, eso sí, la condición autónoma de los textos andinos que nuestro autor revisa y que hemos leído como parte del Proceso.  Entre otras cosas deja entrever también el tejido poético y la función de la palabra, que será el ritmo y musicalidad configurado desde lo andino.
La referida palabra se muestra como parte de la tradicional reflexión del yo poético.
y la hora que es el sublime poema de la Idea,
matemática, exacta denuncia los minutos desde el añoso campanario
y la Idea sube y la Idea brilla y la idea triunfa.
Después será representación exacta del cuerpo, territorio y sueño, en los poemas vanguardistas y en los textos andinos, como ocurre en “Penetración”:
EMERGIENDO DE LOS MARES CELESTES, SOY EL ROJO CAZADOR DE LUJURIAS.
Más adelante, en “Versos del achachila”:
¡materia innominada!
¿qué relincho atrás?
[…]
Y O C O M P R E N D O E S A VOZ
La misma se vuelve esperanza y acción, coparticipación diremos:
I ESTOY DE PIE
mirando insomne la distansya veo qe se anunsya
U n r r e s p l a n d o r
La más importante contribución será, sin duda,  la publicación Interludio brundílico, el breve poemario que publicara en 1931 y que, ahora tenemos ocasión de leerlo completo. Los doce poemas que se agrupan dentro del registro vanguardista andino, en ella confluyen formas tradicionales que trazan una escritura moderna. La palabra deja entrever el tono andino,  una actividad metafórica quechumara. Si bien el poemario invoca la idea del amor, esta va más allá de ese propósito para acoger en la vida: “Mas, otra vez yo lo reclamo, / Hozando sangre entre las nubes, / Al filo de la madrugada (II, 123).  O como expresa, en el poema V, “Invitación a la soledad múltiple”, cuyo modalidad de titular los poema nos recuerdan el tono de una crónica:
Yo-ya lo vez-quedo en la transparencia,
Y que todos vean mis canciones trenzadas en la sangre.
¡Que laya de música va siendo esta tonada!
¿Dónde estás? Yo estoy, estando, quedo, y lejos…
En IX, el poema desborda, como reclamo, como señal de descontento:
¡No fue el rayo, no!
¡Fue la línea escalona de los awichos!
¡Ellos, ellos son: todavía tienen hambre de wawa!
¡Todavía!
¡Todavía!
¡Así aprendí para no llorar, a llorar!
O en XI, “Su unidad en lo múltiple” donde es la palabra otra vez la que recusa, “La nubes se deshilan para escribir tu voz” (129) y ese final, de canto de alegría, de esperanza, de tiempos renovados: “Y cada vez, afanosos, traen una dulce alegría/ y se van barriendo una tristeza.”

4.

Un libro que nos descubre al poeta Gamaliel Churata. Lo saca del casillero al que nos acostumbra la crítica, la narrativa,  El Pez de Oro, y pone en discusión las poéticas del siglo XX para el área andina.  Un libro que se lee con el corazón, el retorno al ahayu reiterado por Churata y vuelta a decir en la palabra de Mauro Mamani: alma colectiva.

En la foto: 
Presentación de Ahayu wantan en San Marcos, 
con la presencia de la peruanista Helena Usandizaga

Carmen Taripha: narradora oral por Gonzalo Espino

La narración está caracterizada por la materia de la lengua y la confluencia de lenguajes. Si la gramática de la lengua hace el relato, su unidad ocurre solo cuando esta es narrada y se ayuda de los lenguajes. Y eso es lo que ha ocurrido en la historia andina como las voces de mujeres, que cómo recordé en una ocasión son voces casi siempre olvidada toda vez que el trabajo de recopilación -e inventario- se ha sostenido en los varones, de allí que podamos derivar que todos los relatos recogidos tienen un sesgo básicamente falocéntrico. Es decir, quien modula y escucha la voz, finalmente será un varón, lo que eventualmente estaría impidiendo que se narre según la necesidades de la historia.
Corresponde recordar que los actos de habla que acompañan la narración oral van a la par de un conjunto de lenguajes que hacen posible su realización. La relación que establece el narrador(a) con su(s) oyente(s) es exactamente la que este le sugiere.  Se trata de una suerte contrato tácito se ve acompañado por un texto, pero su realización demanda eficacia no solo de la autosuficiencia de la materia del lenguaje sino del cuerpo que acompaña al relato.  No solo es la confluencia entre los que narran y los que escuchan, momento y espacio específico sino también se relaciona a la confluencia de lenguajes que se suceden en el evento.
Si como hemos dicho el auditorio, los oyentes, suelen “dar” conformidad o disconformidad al narrador, según sea lo que se narra. O mejor aún “autorizan” al narrador, estas manifestaciones en el acto de narrar se ven acompañadas de otros lenguajes. Pienso, por ejemplo, en los que escucharon(mos) a las “escasas” narradoras de la tradición oral como Carmen Taripha (quechua), Bertha  Villanueva (aymara) [1]  o Nemesia Iparraguirre (moche)[2]. Es decir, la experiencia vivida del relato no solo en su cadencia textual sino en los movimientos del cuerpo, dosificadas por el lenguaje de los lenguajes. El extenso trabajo de recopilación de relatos y canciones quechuas que el padre Jorge A. Lira  escuchó, recogió y transcribió corresponde a una figura más singulares, exactamente a una mujer: Carmen Taripha que José  María Arguedas nos dio el retrato de ella en las solapas de Canto de Amor (1956). Recuerda que la conoció en 1944, que sus padres “habían sido servidores de un tambo [a] donde los viajeros indios o mestizos” solían llegar y que en las noches, cantaban, hacían adivinanzas, competían en insultos o “contándose cuentos” y que murió a los 30 años de edad. Nos interesa la forma como narraba:  
Cantamos huaynos y le escuché narrar cuentos.
Su repertorio de canciones y cuentos era aparentemente inacabable.  […]
Carmen tenía una destreza artística maravillosa, mínima. Causaba terror o encantaba  o nos hacía desternillarnos de risa según el cuento que narrara.
(Lira 1956)
Arguedas nos recuerda como  fue preso “de tanto horror; las palabras y la mímica de Carmen me transmitieron y me dejaron impregnado del tema nefasto del cuento, por días y días.”, se refiere al “Cicuaneño negociante en harinas”, de la que desprende una de las forma de impacto de la narradora la de “una intérprete de la literatura que conmueva tanto”, y son los gestos, la imitación a los personajes, las imposturas de la voz, los desplazamientos en el espacio que convertían al relato en vívido. Pero es en El Zorro de Arriba y el zorro de abajo donde Arguedas la vuelve a recordar esta vez con una descripción más precisa:
No hablaría así ese García Márquez que se parece mucho a doña Carmen Taripha, de Maranganí, Cuzco. Carmen le contaba al cura, de quien era criada, cuentos sin fin de zorros, condenados, osos, culebras, lagartos; imitaba a esos animales con la voz y el cuerpo. Los imitaba tanto que el salón del curato se convertía en cuevas, en montes, en punas y quebradas donde sonaban el arrastrarse de la culebra que hace mover despacio las yerbas y charamuscas, el hablar del zorro entre chistoso y cruel, el del oso que tiene como masa de harina en la boca, el del ratón que corta con su filo hasta la sombra; y doña Carmen andaba como zorro y como oso, y movía los brazos como culebra y como puma, hasta el movimiento del rabo lo hacía; y brama igual que los condenados que devoran gente sin saciarse jamás; así, el salón cural era algo semejante a las páginas de los Cien Años ... aunque en Cien años hay sólo gente muy desanimalizada y en los cuentos de la Taripha los animales transmitían también la naturaleza de los hombres en su principio y en su fin.
(Arguedas 1983, V: 22)[3]
El relato entonces, se vuelve palabra del cuerpo, del espacio de la voz. Las palabras se juntan con otros lenguajes que vuelven sobre sí mismas. Carmen Taripha las vuelve formas del decir el cuento. Y son estas formas las que nos interesa poner atención para volver sobre su palabra sea en los relatos que Lira recoge, sea a las versiones transcreadas. 




[1] José Luis Ayala (2010) explica: “Uno de los personajes al que José María Arguedas conoció, trató y admiró su talento fue Carmen Taripha, de quien al igual que Bertha Villanueva, no tiene una biografía por ser ambas mujeres monolingües y que no han publicado libros personales que registren sus voces. Carmen Taripha pertenece al mundo quechua y Bertha Villanueva al mundo aymara.” En el mismo sentido resulta interesante cómo se reconoce a la extraordinaria Carmen Taripha en Qosqo qhechwasimipi akllasqa rimaykuna/ Antología quechua del Cusco (Itier (2012: 30-31). 
[2] La escuchamos cuando niños en Tulape, la ex hacienda Roma, del valle Chicama. Luego, hicimos varios trabajos en los que recogimos sus relatos e historia de vida, publicados parcialmente en Tras las huellas de la memoria (1993).
[3] Arguedas va más allá de lo que aquí estoy analizando. Discute el programa del boom: pone en tensión esa genialidad de Gabriel García Márquez con la cautivante voz de Carmen Taripha.