César Calvo, poeta por Gonzalo Espino Relucé


Nocturno en Vermont



La suya es una poesía de la palabra límpida y exacta. Como poeta pertenece a la llamada generación de los 60. Comparte con Javier Heraud e Hildebrando Pérez el sueño de la transformación social y en  1960 con Javier Heraud el primer premio del concurso "El Poeta Joven del Perú" por su poemario Poemas bajo tierra. Luego vendría Ensayo a dos voces, con Heraud (1967). Publicará su poemarios  Ausencias y retardos (1963), El último poema de Volcek Kalsarets (1965), El cetro de los jóvenes (1967), Pedestal para nadie (antología personal, 1975), Como tatuajes en la piel de un río (1984). Además de Las tres mitades del mundo Ino Moxo y otros brujo (1981), también el ensayo Edipo entre los Inkas (2001). Su poesía es vigorosa y rítmica, por su cadencia musical, tranformadas en canciones, las escuchamos en distintas voces (cerca 50 letras que han sido musicalizadas), entre ellas Chabuca Granda, Eva Ayllon.
Sus poemas, esconden o hace explicito, el verso hispano que conoce, que aparece poblado de modernidad y sobre la que tiene un manejo absoluto del ritmo, porque, en un poema  “lo que más me interesa es la música” (2012). Su textualidad es de inspirada sabiduría que hace que las palabras digan más de lo que ya dicen. De esta suerte la escritura  será pliego de su tiempo, es decir, un testimonio de su época que emerge de entre los pliegues de sus metáforas, imágenes e inflexiones.  En “Nocturno de Vermont”, por ejemplo, el hablante vuelve sobre la soledad, la ausencia, el amor ido, su poema alcanza efluvios míticos acompañados por la musicalidad del verso melódico -propio del soneto (acentuada en 3, 6 y 10)-, le sigue una secuencia encabalgada como una sola unidad, aunque dicha  en séptima y retorna al tipo de verso inicial:
Me han contado también que allá las noches
tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra.

1   2   3  4  5  6  7   8   9  10  11
O  o  ó  o  o  ó  o   o   o   ó   o
o   ó  o  o  o  ó  o
o   o  ó  o  o  ó  o   ó   o  ó   o
Situación poética cuyos referentes alcanzan las formas del silencio, cuya originalidad se expresa en: “(un silencio de jazz sobre la hierba.)”. Todo está callado, se han invertido los sentidos (la sonoridad de jazz no se escucha, ni el rumor de la mudez de las hierbas) y se retorna, ahora en forma de preguntas, sobre los primeros tópicos del poema. Su virtuosismo poético lo lleva a extremar los recursos retóricos de la poesía y hacer aparecer en clave –acrósticos- las adherencias sociales de los 70. En un grupo de poemas, por ejemplo, deja ver al lector avisado las consignas de las luchas guerrillera de los 60, como ha recordado Hildebrando Pérez (2012) [1], para quien la poesía César Calvo “deslumbró por su lenguaje enjoyado, por la riqueza cromática de sus imágenes, por el velo de melancolía y apagada tristeza que expresan sus versos” hasta convertirse “su gran manejo del ritmo, y la musicalidad sensual con que el poeta seduce a sus lectores. Poesía, pues, de una imaginación calcinante, de una orgía verbal sin fronteras, de urgencias y demandas por un orden social más justo.”. Si esta es su poesía, veamos que ocurre, con uno de los libros que definen un proyecto estético que no solo pone en primer plano el espacio amazónico sino que construye una metáfora de la diversidad como inclusiva y múltiple.

Para Elsa,poco antes departir




[1] Pérez Grande, Hildebrando. “César Calvo: un Pedestal Para Nadie, para Ángel”  en Nosotros (marzo 2013).

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