4. Cuarta travesía: resonancias contemporáneas de los poemas indígenas
Washington Córdova ha estudiado en
tinkawankay (2011), una “de las expresiones de la tradición oral andina kechwa”
contemporáneas (Córdova 2013: 18-19) de la Comunidad de Circa, distrito de la
provincia de Abancay, en el departamento de Apurímac, una parcialidad quechua
ubicada a una altitud promedio de 3121. El estudioso quechua lo identifica como
manifestación de la poesía popular, anónima y colectiva que se realiza como
parte de los “rituales agrícolas de la siembra del maíz” y al mismo tiempo como
“un mecanismo que afirma la interrelación entre el hombre, la naturaleza y los
dioses” porque “[n]o existe actividad agrícola sin ritual” (: 71).
Su estructura de sentido está soldada al
pensamiento andino y mecanismos formales que el comunero, comunera, y media
entre runa y deidad y la lengua quechua constituye “un elemento imprescindible
en la realización del discurso poético tinkawankay” (:27). La población la utiliza
como legado ancestral y “desempeña una función vinculante” (: 140), por lo que
resulta inimaginable renunciar a la lengua indígena. Como expresión poética se
manifiesta en diversos momentos del cultivo del maíz. Washington Córdova
recopila, describe y analiza lo que ocurre en el “mukhu tarpuy o siembra de semillas”.
Citaré un texto en que intervienen las mujeres y apelan al wankay:
Un
grupo de cuatro, cinco o seis mujeres se ubican en los bordes de las chacras,
quienes entonan el wankay mientras se va sembrando las semillas. Los hombres
desde los surcos donde se va poniendo las semillas contestan, produciéndose
cierto matiz de jocosidad.
Veamos
el siguiente texto.
Texto Nº 03
Wawayayayay wawayayayay Wawayayayay wawayayayay
wawayayayay wawayayayay wawayayayay
wawayayayay
asuykamuychis
mamaykuna, acérquence madres
pachamamata
llanllarichisun alegraremos
a la Pachamama
saranchis
munayta parwarinanpaq, para que nuestro
maizal florezca hermoso
wawwwwwwwwwwwwwwww wawwwwwwwwwwwwwwww
Y
los varones que están abriendo los surcos con las yuntas (toros) responden:
Chikjuuuuuuuuuuuuuuuuuuu Chikjuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
chay wiksaykipi kaq ese que está en tu vientre
icha nuqapa icha
manapaaaas tal vez sea mío o de otro otroooooooo”
(:29-30)
La tesis de magíster de Washington Córdova
ofrece un corpus poético quechua que lo asociamos a los registros agrarios de
Guaman Poma. La Nueva Corónica nos propone que los taquies forman parte
de las fiestas, pascuas, en general de los rituales y celebraciones. Postula un
grupo de dibujos en los cuales el apego a la tierra, varios ellos, pueden estar
vinculados al ganado. En el caso que revisaré se trata de lo que hoy asociamos
a la fiesta del ganado, al Santiago, la describe como “AGOSTO, CHACRA IAPVI
Quilla” (:f. 1152 [1162]) que Córdova identifica contemporáneamente con tinkawankay.
En el etnotexto queda anotado de este modo:
Este mes an de arrar y senbrar maýs y de
tenprana de trigo y se a de senbrar el maýs tenprana que llaman michica zara;
mauay papa chaucha papa. Este maýs se come tenprano, que el maýs en este rreyno
se a de senbrar y comensar desde el mes de julio de Santiago Mayor, apóstol,
entra el primer maýs y se a de acauar hasta la Natiuidad de senbrarse. En los
llanos se acaua desde Todos los Santos. Se comiensa en el Cuzco, comiensa
tenprano el mes de Santiago.
Si el relato es ya aleccionador, ofrece el dibujo 393 nos
deja entrever un haylli, que aquí llamamos tinkawankay (: f. 1153 [1163])
aparece el “HAILLI CHACRA IAPVICVI”, canto del tiempo para abrir la tierra.
Todo hace indicar que tiene la misma estructura. Un grupo de ocho personas (cuatro varones,
cuatro mujeres) representan la siembra del maíz. La vestimenta y los aderezos
muestran signos de poder, no son runas comunes. Son señores. Cumplen funciones
complementarias: los varones con chakitaqlla (pala indígena), tres de ellos, en
pleno movimiento de tierra que la abren para la simiente; tres de ellas
agachadas, no están pasivas, siembran lo que suponemos maíz. Van en el pasaje
de género; dos de ellos, miran, nos observan desde el mismo nivel espacial. El
del lado izquierdo, un varón que parece, adicionalmente, anotar (kipus), está
junto a su herramienta de labranza, detenido; igual que su par que ofrece la
bebida. Su equivalente, al lado derecho, una mujer. Armónicamente vinculadas
con la actividad que realizan sus pares complementarios. La vocalización se
replica en el caso de las mujeres de manera evidente y en los varones porque la
palabra-letra cae sobre estos. He aquí el texto que aparece en el f. 1153
[1163]:
Ayau haylli yau, ayau
haylli yau, ayau haylli yau, ayau haylli yau. Chaymi coya, chaymi palla. Ahaylli.
Ahaylli.
Guillermo Ludeña lo traslada de este modo:
Cantos triunfales,
tiempo de abrir las tierras
¡Que rico, qué alegría!
¡Que rico, qué alegría,
que rico!
¡Por eso Reina, por
eso,
¡Señora, qué alegría!
¡Qué alegría!
La de Szemiński expresa la fuerza del canto por lo no traduce, imita el sonido
repetitivo que produce en wanka, concluye reconociendo la presencia de una
dama, “su señora” y la contundencia poética, radica en la reiteración de la palabra
vida equivale en el texto a celebración:
¡Ayaw haylli, yaw ¡O, hola, triunfo hola,
ayaw haylli, yaw o hola, triunfo hola,
ayaw haylli, yaw o, hola, triunfo hola,
ayaw haylli, yaw! o, hola, triunfo hola!
Chaymi quya, Esta es la reina
chaymi palla. Esta
es la señora
Ahaylli. ¡Oh triunfo!
Ahaylli. ¡Oh triunfo!
(Szemiński: 266)
Ciertamente el haylli, o tinkawankay, se
relaciona al ciclo agrario –y ganadero- y se puede revisar entre las formas
autorizadas o prohibidas, durante el calendario, debe observarse así mismo el
paralelismo que establece entre el cap. 11 “CAPÍTVLO PRI[ME]RO DE LOS AÑOS,” y
el cap. 37. Se trata de la misma temática, que a su vez se ubica como parte del
buen gobierno –inclusión del santoral, v.g. Así, esta tiene una clara relación
con el dibujo del f. 250 [252] en el que se observa a los varones sembrando,
ocupando un lugar privilegiado y a la vez, con certeza, la palabra voz tiene
ecos en el dibujo, que si notifica como “hayllinmi ynca”. De manera especial me
interesa aquello que tiene que ver con tinkawankay (: f. 245 [247]), mes de
mayo, tiempo de amoray quilla, encontramos una doble mención, la que
atañe a nuestra propuesta, los cantos al maíz, en este caso, a la abundancia,
aún si este resulta un fragmento:
Cantan:
Harauayo, harauayo,
Ylla sara camauay. Mana tucocta surcoscayqui Ylla mama, a Coya!
[Harawayu, harawayu,
Créame, maíz mágico. Si no lo haces, te arrancaré Madre mágica, ¡Reina!].
El siguiente, está dedicado al ganado.[1]
En la serie de “El capítulo de los meses del año”, en el dibujo 386 (: f. 1156
[1166]), asistimos el aporque de maíz y papa, se ven dos labradores; la
presencia del instrumento musical tiene otro objeto, proteger la chacra, esta
puede leerse, en un segundo plano, como la vocalización de una canción que el
dibujo 394 replica y da cuenta del tono oral, que la palabra-letra explicita:
“ZARA TARPV MITAN [el ciclo de sembrar maíz] / zetienbre / Coya Raymi Quilla”
(f. 1156 [1166]).[2]
[1] Cf. f. 245 [247]: "Y dando buena
cuenta cantan los llamamiches [pastores], deziendo: “Llamaya, llamaya, yn,
yalla, llamaya” e, y se huelgan.".
Dibujo tomado de El sitio de Guaman Poma
http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/1163/es/text/
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