Poema escurridizo,lo habíamos buscado, y claro, olvidamos lo obvio, Cuba, allí estaba diciendo, expresando y cautivando. Va el poema de nuestra gran poeta, nuestro Hildebrando Pérez, de ese extraordinario poemario Aguardiente.
19 de julio
Hildebrando Pérez Grande
Yo soy el río que viaja por las calles…
Javier Heraud
Los viejos
maestros dicen que nuestras vidas son los ríos interminables
Que pasando
permanecen como un espejo encendido. Dones de la sabiduría
O el acaso, lo
cierto es que en más de una ocasión brota el río
Como una rosa
encarnada, es decir, las mieses y el mercurio de la vida.
Ríos que
desbordan cualquier mapa como el Amazonas, bayetas
De cristal que
relampaguean a orillas del Mantaro, piedras
Eternas que
hablan por los hijos del sol sobre el pecho del Urubamba,
Y qué decir
del Rímac sórdido y triste y luminoso en las manos de Humareda.
Pero ninguno
nos conmueve tanto como el río que bramando baja
Por las
calles, halando obreros, campesinos, mineros, maestros,
Mujeres y
niños en Marcha hacia el Palacio de Gobierno, que es el morir.
Que es el
morir de una clase que aún detenta el poder de matar
Nuestras
ilusiones (para qué hablar ya de los overoles mustios,
El horario
corrido, el trigo sin cortar, la historia pisoteada).
La Unidad de
Servicios Especiales procura en vano contener,
Dispersar
aquel río que corre echando chispas a los cuatro vientos:
Llorando,
amando, cantando, gritando libertad, despedidos reposición.
Río de gritos
que se prenden y se apagan como avisos luminosos. Río
Incontenible
que arrasa charreteras, tanquetas, material deleznable,
Pips, aguas
servidas, orden de allanamiento, fuegos fatuos, perdigones.
(Por un recodo
de La Victoria, el río acrecienta su metal de torbellino
Insurrecto. Y
recordamos que hay ríos apacibles, sencillos como los pueblos
Que brillan en
nuestras serranías; mientras con dolor contemplamos
El río de
nuestros muertos, nuestros heridos, nuestros presos).
Ríos que nacen
en el Parque Universitario, en la Plaza Dos
De Mayo, o no
lejos de la María Angola en el Cuzco. Ríos que renacen
Con bravura en
alguna calle harapienta de Villa El Salvador. Ríos de manos
Cuarteadas que
incendian la noche que agoniza en los arenales de Comas.
Ríos de pan,
de no hay vacante, de azúcar, de vuelva usted mañana,
De mi hijo se
muere doctor, de pompas de jabón. Ríos
Profundos,
enmielados, transparentes, ensangrentados, libres.
Los viejos
maestros dicen que muchas veces un río se quiebra como una rama seca,
O se abre como
una mujer enamorada o se cierra en línea recta como la mira de un fusil.
Pero lo cierto
es que el río de los pobres siempre corre buscando
La Unidad, la
tierra fértil, el rumor de la palabra compañero.
Ser una gota
de aquel río planetario es nuestro más caro, humilde deseo.